A mediados los 80, las TIC empezaron a ser preocupación en nuestro país
viendo los cambios sociales que se estaban experimentando por la importancia
que empezaban a tener las tecnologías en la sociedad de
la información. Como consecuencia de esto, el Ministerio de
Educación se preocupó en elaborar el Proyecto Atenea, que velaba por la calidad
de los aprendizajes escolares a partir de la introducción de las TIC en el
aula. Desde ese entonces hasta ahora ha habido diferentes planes TIC, aspecto
que no ha desembocado en la correcta introducción de éstas en las escuelas. La
inclusión está siendo muy lenta, y lo seguirá siendo si se continúan cambiando
las leyes educativas, remodelándolas según los intereses del partido político
del momento y no según las necesidades reales de la población.
Tal y como nos intenta mostrar Trujillo en su
análisis a la ley educativa actual, la LOMCE predica por dar a conocer las TIC como herramientas complementarias, e incluso verlas como una
asignatura más del montón que promueve el uso de las TIC únicamente en ese
contexto y no en todos los que se puedan desarrollar en el aula y en el centro.
Entonces, ¿cómo vamos a “normalizar” el uso de las TIC en la escuela si aún se ven a
éstas como algo desconocido que es obligatorio introducir a causa de los cambios
sociales?
Por lo tanto, las consecuencias son diversas: formación del profesorado
escasa o nula, concebir de las TIC como algo complementario a la enseñanza
tradicional, no ir acorde a las nuevas exigencias de la sociedad,…
Aun así, cabe añadir que esto no afecta por igual a todos los centros, ya
que las políticas educativas no afectan en su totalidad a la práctica educativa
de un maestro. Cada docente tiene sus ideas y muchos de éstos ven las TIC como
el método adecuado para la enseñanza del presente. A continuación podemos
ver los tres conocimientos que debe tener un maestro para poder introducir las
TIC en el aula correctamente, lo que denominamos el modelo TPACK:
El docente debe hacer frente a todos los
conocimientos anteriormente mostrados: saber enseñar el contenido de su
asignatura a partir de la metodología adecuada utilizando las TIC.
Según Iglesias (2001), “una auténtica integración curricular de los recursos
tecnológicos ha de considerar al menos los siguientes modos de integración
como: objeto de estudio, recurso didáctico, recursos para la expresión y
comunicación y recursos para la organización, gestión y administración.” Hasta hace bien poco, en la mayor parte de los centros
escolares aún encontramos que las TIC son empleadas como un objeto de estudio
(conociéndose probablemente como “la hora de ordenadores”) y son empleadas a la
perfección como recursos para la organización, gestión y administración, facilitando
así la labor al centro.
Pero las TIC deben verse como algo más allá de esto, más allá de una
herramienta complementaria para el aprendizaje (tal y como figura en la LOMCE),
más allá de la herramienta de trabajo para la administración del centro. Debe
ser “un instrumento cotidiano para el fin educativo” (ASOREY y GIL, 2009:1), es
decir, enseñar y aprender a partir de éstas. Pero esto no se puede llevar a
cabo en su totalidad sin los medios necesarios. La correcta introducción de las
TIC en los centros educativos es una idea casi utópica, pero no por ello es
imposible.
En conclusión, las medidas llevadas a cabo son insuficientes. Aun así, como docentes, o futuros docentes, podemos aportar nuestro granito de arena teniendo la formación adecuada para poder enseñar a partir de las TIC, que queramos o no, ya es un gran paso.
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BIBLIOGRAFÍA
ASOREY ZORRAQUINO, E. y
GIL ALEJADRE, J (2009): El placer de usar las TIC en el aula de Infantil. Participación
Educativa, 12, noviembre 2009, pp. 110-119.
Iglesias, L. M. (2001). Las nuevas tecnologías en la educación infantil y primaria. Revista galego-portuguesa de psicoloxía e educación. 1138-1663., (7), 317–332. Recuperado de http://hdl.handle.net/2183/6881
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